El País Vasco baja «un escalón» en la «nueva normalidad» para intentar contener la pandemia y «cerrar el verano con las mejores condiciones posibles», según explicó ayer en rueda de prensa las consejeras de Salud y desarrollo Económico. El gobierno vasco ha decidido declarar el estado de emergencia sanitaria, que si bien no es un estado de alarma que «comporte las mismas medidas que se aplicaron en marzo» sí supone nuevas limitaciones a encuentros, horarios de hostelería y restauración y confinamientos por zonas si se dan «situaciones de peligro».
El objetivo es evitar el colapso sanitario y, precisamente, un segundo confinamiento por una mala evolución de la pandemia. Los positivos se dispararon ayer, por tercer día consecutivo, por encima de los quinientos casos, la cifra más alta desde la declaración del estado de alarma en marzo, aunque la evolución es más lenta y los casos , menos graves. Bajan los contagios en Álava y Guipúzcoa, pero siguen disparados en Vizcaya. «Estamos ante un posible tsunami» y la declaración de emergencia es un paso «urgente y necesario».
Hoy se activa el plan de protección civil vasca, que dirigirá y coordinará el lehendakari Iñigo Urkullu, ejerciendo el mando único, soportado en la ley de emergencias vascas. Precisamente el lendakari se mostró muy crítico esta semana por el comportamiento social, asegurando que «hay una percepción generalizada» que se puede vivir como antes. El martes, una nueva reunión del plan concretará las medidas que, a grandes rasgos, se avanzaron ayer. Afectará particularmente el sector de la restauración y los bares de Guipúzcoa y Vizcaya, que llevarlo y ganar de momento- a los tribunales la limitación horaria. Este es el último fin de semana, previsiblemente, podrán abrir hasta la madrugada.
De momento, no se prevén restricciones a la movilidad, pero «evaluará constantemente» la situación y se podrían adoptar más adelante.
