Que te echen del trabajo afecta al bolsillo, pero también te revuelve por dentro y merma tu autoestima. Sin embargo, aunque ahora te duela, quizá estés ante la oportunidad que necesitabas para cambiar a mejor. Con un poco de tiempo, amor propio y algunos pasos bien pensados, saldrás de esta más fuerte y preparado para lo que venga.
Índice de contenidos
Entiende bien tu situación legal
Antes de hacer nada, asegúrate de tener claro lo que ha pasado. ¿Te han echado con razón? ¿Te han pagado lo que te toca? Si tienes dudas sobre si ha sido un despido procedente, consulta con un profesional. Los Abogados Despidos Procedentes pueden aclararte el panorama y decirte si puedes reclamar algo o cómo protegerte mejor.
Si el despido es improcedente, por ejemplo, tienes derecho a una indemnización que, generalmente, es de 33 días por año trabajado con un máximo de 24 meses. En estos casos, podrías incluso reclamar que te readmitan, pero eso es algo que no siempre interesa al trabajador, así que debes pensarlo bien.
Para asegurarte de que tienes toda la información y toma la decisión adecuada, lo mejor es que consultes con un abogado laboralista para salir de dudas.
Reorganiza tu dinero
Quedarse sin sueldo da bastante vértigo. Empieza por revisar lo que tienes ahorrado y calcula cuánto tiempo puedes aguantar sin ingresos. Haz un presupuesto nuevo, centrándote en lo básico y cortando gastos que no sean imprescindibles. No olvides mirar si puedes pedir el paro u otras ayudas. Tener las cuentas controladas te dará tranquilidad para centrarte en lo que importa.
Acepta y procesa tus emociones
Es normal que estés enfadado y que tengas miedo al futuro. No te reprimas, deja que salga todo lo que llevas dentro. Habla con tu gente, esa que te escucha sin juzgar, o si lo prefieres, con un profesional que te ayude a soltar la carga. Escribir lo que sientes en un cuaderno también puede ser un gran desahogo. Permitirte sentir es el primer paso para curarte.
Tampoco te aísles. Habla con tu círculo de confianza, únete a grupos de apoyo o foros donde puedas compartir tu experiencia. Muchas veces, las oportunidades llegan a través de conocidos que ni imaginabas.
Redefine tu trayectoria profesional
Puede ser un buen momento para hacer borrón y cuenta nueva. ¿Qué te llena? ¿Qué quieres hacer? No todo el mundo tiene el valor para empezar de cero, pero cuando te echan es como si la vida te pusiese la oportunidad en bandeja. Piénsalo bien.
Actualiza tu currículum y revisa tu perfil en las redes
Tu currículum es tu carta de presentación, así que ponlo al día. No te limites a contar lo que has hecho hasta ahora porque, aunque es importante, a la persona que te va a entrevistar le interesa qué te diferencia. Pon al día tu perfil de LinkedIn y únete a grupos o temas que te interesen.
Ponte en modo “aprender”
Aprovecha este parón para seguir creciendo. ¿Hay algún curso, taller o formación que siempre has querido hacer? Ahora es el momento. Aprender algo nuevo no solo te hará más competitivo, sino que también subirá tu moral y te recordará lo mucho que puedes aportar.
Empieza a buscar trabajo
Es hora de volver al lío. Ponte manos a la obra con la búsqueda de empleo: portales, agencias, LinkedIn o directamente hablando con tu red de contactos. Si tu despido fue un despido procedente, no pasa nada por ser sincero en las entrevistas, siempre destacando lo que has aprendido y cómo has mejorado.
Un despido parece el fin del mundo, pero no lo es. No eres tu trabajo. Eres una persona con talento, fuerza y mucho que ofrecer. Date tiempo y pronto estarás celebrando tu próximo gran paso. ¡Ánimo, que lo mejor está por venir!